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25 octubre 2008


Un fin de semana de cuatro días

Me encanta Madrid. Son muchos los motivos, pero uno de ellos es todo el entretenimiento y todas las múltiples posibilidades que puede llegar a ofrecernos.

La pasada semana fue de lo más completa, no lo fue más por no dar abasto.

El fin de semana comenzó tal que un miércoles. El día anterior recibí una; invitación para asistir al Master de tenis que se estaba celebrando en la capital como decir que no… Así pude ver a un Djokovic pasar de fase por culpa de la lesión de su contrincante, a torpes modelos cayéndoseles las bolas de entre las manos, a un bebé paralizar un partido de alta competición por culpa de sus llantos y lamentos (el partido no era tan malo!) y a un arbitro mandándole callar con un dulce “cariño, por favor”.


Era el comienzo de mi largo fin de semana.

Al siguiente día esperaba el preestreno de una película. Otra invitación más. Pero os aseguro que hay cosas a la que hay que decir que no. No he visto bodrio similar desde hace mucho tiempo. Sí, lo sé; tratándose de la última película de Jackie Chan era de esperar, pero había que probar. ¿A caso es mejor quedarse en casa? Es más, pasear por los alrededores de la calle Fuencarral siempre es interesante… Después de pasar por la sala Clamores, al cine; para inmediatamente, terminada la película, ir a dormir. A punto de hacerlo en la sala estuve. El día siguiente prometía y no había que hacerle esperar.

El viernes iba a despertar con una breve jornada laboral que desembocaría en una nueva visita al Master, en esta ocasión para ver a un Nadal llevarse por delante a un pobre aunque voluntarioso Feliciano (sin revés no puedes ganar). Al salir a las 00.30 del Madrid Arena, la visita de unos amigos nos congregaron a todos los demás frente al Delic, probar sus tartas de zanahoria son deliciosas. Visitas a distintos bares, pubs de La Latina y una última visita al Contraclub (C/ Bailén) sirvieron para irnos a casa con una gran sonrisa en la cara, unos cuantos saltos en nuestras piernas, unas cuantas copas compartidas junto al famosillo de turno y un reencuentro sorprendente e inesperado con un viejo compañero y amigo. Pero todavía quedaba el sábado y domingo. Creo que retirarse a las seis de las mañana es más que razonable y más cuando llevas contigo a un zombie que lleva sin dormir dos días.

El sábado estaba reservado para una obra en el teatro Alfil. Sabemos que cualquier obra en este teatro promete y probablemente nos vaya a gustar. Seguro que más de una sonrisa se escapa de nuestra boca. En esta ocasión fue Mundo y final, lo que nos robó no una sino miles de sonrisas y carcajadas. Una obra con una modestísima puesta en escena donde se mezclan los diálogos hilarantes con canciones de letras extravagantes y divertidas. Una mezcla que dejará perplejo a cualquiera.


El plan siguiente era un par de conciertos, entre ellos los Autum Comets, en la sala Costello, pero que no pudimos disfrutar, porque como suele ocurrir en el centro de Madrid, los fines de semana sin reserva es prácticamente imposible encontrar un sitio donde cenar. Terminamos yendo a un armenio. Un triunfo. El mejor humus que hemos probado nunca. Excelente! No recuerdo el nombre, solo que es en la calle Leganitos.

Reídos y cenados había que humedecer tanto manjar. Unas copas en un cuasi vacío Moulin Rouge nos llevaron casi tres horas. Las 3.30 de la mañana, solo nos queda ir a alguna sala. En esta ocasión decidimos ir a Low Club, dos zonas donde elegir; una más pop y la otra más house ¿?
Se terminaba el sábado, ya se nos escapaba el fin de semana. Un completo fin de semana rodeado de muy buenos amigos, cargado de buenos momentos y grandes sorpresas…

Hasta ahí, cuatros días de dormir poco y disfrutar mucho… Pues NO, todavía una sorpresa aguardaba. Ya había dejado a mis amigos en la estación de Atocha y dispuesto a descansar, cuando recibo una llamada de “El zombie” (no tanto ya) diciendo que se ha dejado la cartera en mi casa, que ha perdido el AVE, y que ya no puede ver a su querido Puerto… Solución, nuevo billete y nueva visita a las mejores tascas de La Latina para hacer la espera más llevadera.

Ahora sí terminaba un largo fin de semana que comenzaba un miércoles, exprimiendo cada día hasta la larga tarde de domingo.

Así es Madrid. No da descanso, nunca agacha la cabeza y siempre está dispuesta para que la disfrutes y formes parte de ella.

Seguiremos aprovechándonos hasta que ella nos lo permita.

Galoagui

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