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19 julio 2012


Luces y sombras en un sobrepasado BBK

Muchas eran las ganas de que llegara el BBK Live con su fastuoso e icónico cartel. Un festival que tiraba la casa por la ventana para atraer a sus escenarios lo más exclusivo para los paladares más sibaritas. Y qué más exclusivo que traer dos de los grupos más admirados y cotizados. Radiohead no pisaba nuestro país desde hacía años quienes junto a The Cure, que vuelven a los escenarios tras años escondidos, eran los principales atractivos con el que tener un festival lleno hasta la bandera.
 

Tal es la seguridad de los organizadores en su festival que cada vez la pugna por arrebatarle el cetro al gran FIB es más igualada.

Las cifras les da la razón. Sus números ligeramente inferiores al FIB en cuanto a asistencia, no dejan de ser un auténtico record. Más de 109.000 asistentes en tres días, llegando el viernes, con Radiohead como gran reclamo, a 39.476. Pero la asistencia no es su único logro, el impacto económico cifrado en más de 17,5 millones de euros, 1,3 más que la pasada edición, deja en anécdota el coste millonario por tener a The Cure en exclusiva.

Parte de este ascenso masivo de asistencia, viene motivado por el aumento de visitantes extranjeros, provocada por la fuerte promoción del festival. Hoy el BBK Live se parece un poquito más al FIB. Pero si quiere igualarse, no solo puedo hacerlo aumentando la asistencia. Sus medios tienen que ir en consonancia. Y aquí es donde aparecen las sombras del festival bilbaíno.

El viernes, el día de mayor afluencia, el monte Kobetas se convirtió en una auténtica ratonera. Las miles de personas se agolpaban para poder conseguir un hueco del que disfrutar de los conciertos, las tiendas de campaña que aparecían cual setas por toda la montaña no  disponían de duchas ni servicios; las transiciones de un escenario a otro se convertían en auténticas procesiones; conseguir un autobús que te llevara al recinto o te bajase de él suponía una larga espera de la que solo podías aprovechar para aprender a calmar los nervios o para hacer nuevos amigos. Tan solo existía un puesto en el que comprar tickets de comida y bebida. La concentración de miles de personas en un solo punto, además de ser éste lugar de transición, hacía que conseguir  una cerveza fuera una auténtica guerra. Y si lo que deseabas era expulsar lo bebido, la espera de interminables minutos para que un baño se liberase pondría en buena forma a tu vejiga.


Un cúmulo de aspectos, que hace del BBK Live un querer y no poder. Si se desea tener un festival mayor, tendrán que solucionar los problemas del emplazamiento y tener una mejor organización. Se perdería la magia de un lugar tan especial, donde se disfruta de la mejor música con Bilbao a tus pies. Pero si no hay espacio para ese número de asistentes, o bien cambias la ubicación, o reduces el aforo. Indudablemente, la segunda opción sería la más agradecida.

Tras las sombras hay que contar las luces, que fueron muchas y cegadoras. Si algo hace que el BBK Live esté en el lugar que son sus grupos, siempre por delante del resto.

En este año se han vivido momentos que se guardarán en la memoria de todos. Uno de los más destacables fue la vuelta de Radiohead a España. El esperadísimo y abarrotadísimo concierto de los ingleses fue, sin lugar a dudas, lo mejor de todo el festival. En él pudimos disfrutar del último trabajo del grupo liderado por Thom York, 'The King of Limbs' que sonó majestuosamente. Aunque cuando lanzan sus verdaderas redes conquistando al mundo son con las canciones de Ok Computer, Kid A, Amnesiac o In Rainbows. Canciones como 'Pyramid Song', 'Idioteque', la increíble  'Karma Police' o la apoteósica 'Paranoid Android' convertirían la actuación el algo único, dando razón al por qué Radiohead son quienes son. Lisérgicos e hipnóticos tuvieron al público embobado, disfrutando de la nube con la que su música embriaga. Muchos echaron en falta la época de Creep, pero viéndoles y escuchándoles, sabes que eso ya no es Radiohead. Ni lo son, ni serán, y así están perfectos.


En el día anterior, toda la atención la centró The Cure. La vuelta a los escenarios de Robert Smith era tan esperada como la de Radiohead. Para saciar esa sed por volver a escuchar en vivo 'Friday in Love', 'The Same Deep Water As You', 'Close to Me', 'The Walk' y así hasta un largo etcétera disfrutaríamos de hasta 3 hora de actuación. Tres horas que se convirtieron en más al aparecer problemas técnicos que retrasaría la salida del grupo. Para hacer la espera más llevadera, el propio Robert Smith, con guitarra acústica en mano, se lanzó en solitario, a tocar 'Three imaginary boys', 'Fire in Cario' y  'Boys don´t cry'. Un momento que pasará a la historia del BBK.


Pero 3 horas, incluso para The Cure, son demasiadas. Su repertorio da para eso y mucho más. Podrían ser 3, 4 o 5 horas las que podrían tocar The Cure haciendo las delicias de sus mayores fans. Pero para sus mayores fans, porque tres horas en un festival hetereogéneo, incluida una espera de casi una hora por problemas técnicos, no hace solo que te pierdas el conciertazo que se debió marcar Bloc Party, si no que si no eres un fanático el sopor termina por invadirte. Excesivo concierto que hizo las delicias de sus mayores seguidores, pero que llegó a cansar a aquellos que esperaron 2 horas y media para disfrutar de sus canciones más conocidas, ya en la recta final.

La otra gran cabeza de cartel, que actuó el último día, fue Garbage. Aunque sin tanto tirón como los anteriores, la banda estadounidense se marcó un auténtico conciertazo, en gran parte gracias al carisma y magnétismo desbordante de Shirley Manson. El grupo sin ella, no sería lo mismo. Llena el escenario, incluso se le queda pequeño. 


Pasan los años y el sonido parece reciente. 'Not Your Kind of People' suena como su gran 'Garbage' y 'Version 2.0' Inmediatamente nos trasladamos a esos noventa en el que no hacían más que coleccionar discos de platino, pero con la fortuna de que su sonido no suena a rancio.

Lástima de los problemas de sonido que tuvieron a lo largo del concierto, llegando incluso a quedarse completamente mudos. Justo cuando llegaba el estribillo de Push it, todo se silenció mostrandose una imagen más que cómica, con el grupo tocando con todas sus energías pero sin escucharse absolutamente nada.  Pese a esta anécdota, el concierto fue mejor de lo esperado, en gran medida por la actitud sobre el escenario de la escocesa.

Junto a estos gigantes, pudimos disfrutar de otros grandes grupos que asumieron su papel de 'telonero'.

El jueves, día de apertura, poco antes del concierto maratoniano de The Cure, tocó Snow Patrol. Grupo que no cuaja en grandes escenarios, que no se ve beneficiado por intentar parecerse demasiado a Coldplay (intencionada o no intencionadamente). Muy melosos y azucarados, aunque con canciones muy pegadizas (Run, Chasing Cars). Quizás demasiado blanditos, pese al buen final con guitarras y fuerte electrónica. 

Habría que destacar el concierto de Bloc Party, pero el retraso en la actuación de The Cure provocó que solo diera tiempo a disfrutar de su última canción. insuficiente.

Para el viernes, destacaríamos el concierto de Mumford & Sons. El motivo era Radiohead, pero la panorámica a la que se enfrentaban sobrecoge. Aunque no parecieron atemorizarse visto su gran concierto de folk rock. 


Muy destacable también fue el concierto de The Kooks, perfecto para poner el cuerpo en marcha para Radiohead. Un concierto bailongo que puso a la gente a mover el esqueleto.

Tras Radiohead, no podía faltar la apuesta segura española con Vetusta Morla. Los madrileños, abonados a este festival, volvieron a dar el concierto al que nos tienen acostumbrados: potente y correctísimo (pese a que Pucho confundiera Donostia con Bilbao...).

El sábado, último día de festival, comenzaría muy pronto con unos Corizonas luchando por abrir la jornada con toda la energía que sus guitarras country le permiten. Tarea que lograron alcanzar con una actuación más que notable que animó al escaso personal que llegaba al festiva a tan temprana hora.

The View, grupo de jóvenes escoceses, que ya poseen 4 discos y a los que les encanta un buen steak, fueron de los grupos que más desapercibidos pasaron por el escenario principal. Su presencia en Bilbao fue acogida como si de hilo musical de una sala de espera de una clíncia dental se tratara.

Glasvegas, era una simple puerta de enlace entre Keane y Garbage. Su sonido oscuro, junto a su desidia en el escenario y el sopor de sus canciones convirtieron su actuación muy probablemente en la peor del festival. Muchos son sus seguidores, pero dudo mucho que salieran contentos esa tarde.


El concierto de Keane era una prueba de fuego donde medir la aceptación de su nuevo trabajo. Después de su exitoso debut no han hecho más que cosechar fracaso tras fracaso. Lo que entendieron tras su primer trabajo como una evolución solo han ido dando pasos atrás. De ahí, que en su nuevo disco hayan decidido dar un giro hacia aquellas baladas melosas aunque pegadizas de su primer disco. Pero Strangeland no es Hopes and Fears, y eso se nota en su pegada. Así, el concierto, de no ser por sus primeras canciones, inteligentemente mezcladas, habría sido un tedio absoluto. Está claro que si no es por Everybody’s Changing, This Is The Last Time Somewhere Only We Know o Crystal Ball el concierto habría sido un auténtico fiasco.

Tras ellos, los inmensos Gargabe cerraron la noche y el festival de los grandes nombres. Ya solo quedaba quemar los últimos restos de zapatilla a base de electrónica o con los éxitos de siempre con los dj's del Independance Club.

El BBK Live junto con el Fib son de los pocos festivales que te dan la oportunidad de ver a esos grandes mitos que de otra forma sería difícil disfrutar. Procuran alejarse de esos muchos otros que copan su cartel a base de grupos etiquetados como indies pero que viven rozando el mainstream más facilongo. Menos mal que todavía subsisten. Veremos que nos ofrecen el próximo año; esperemos que en mejores condiciones.

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