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13 noviembre 2007


Una caricia a los oidos

Esta noche voy a dormir envuelto entre mil caricias, mil caricias de la voz de Rufus Wainwright. El de esta noche ha sido un concierto sereno e íntimo, para escuchar con la tranquilidad que se merece sintiendo cada nota que sale de ese piano de cola.


El lugar no podía ser mejor. Un teatro con una acústica perfecta que permitía escuchar cada susurro, cada golpe de voz. El teatro Coliseum ha sido testigo del paso de Rufus Wainwright por Madrid.



Una gran bandera estadounidense era el fondo que adornaba un escenario que completaban un batería, tres vientos, dos guitarras y el gran piano de cola. Con estos ingredientes Rufus nos ha deleitado durante algo más de tres horas de concierto.

Apareció en escena con un traje que parecía hecho de distintos retales, como las mantas americanas que se completan tras varias generaciones. No había comenzado el concierto y Rufus ya reclamaba nuestra atención.



A parte de ser un auténtico showman, a Rufus no se le puede definir como un cantante. Es un verdadero artista. No hace canciones, crea obras. Algunas de ella auténticas obras maestras como Go to a town, do i dissapoint you, la divertida beetwen my legs, o rules and regulations entre tantas otras. Tres horas de concierto que se han completado con las canciones de su último recomendadísimo disco, Release the Stars, antiguos éxitos y dos versiones de su admiradísima Judy Garland, la preciosa Somewhere Over the Rainbow, que recordareisde la película El Mago de Oz o Get Huppy, donde Rufus se travistió en directo, deshaciéndose de un albornoz blanco, imitando a su musa y acompañado de una original coreografía del resto de la banda.




Pero ahí no quedaron las sorpresas. No solo sorprendió al respetable con su traje de retales o con su imitación de Judy Garland, si no que subió al escenario a dos bailadoras flamencas que le acompañaron en algunas de sus canciones e incluso a su propia madre que tocó el piano en varias ocasiones. Y no hay que olvidarse del traje típico tirolés que lució durante la segunda parte del concierto.

En algún momento pudo parecer que el ritmo decaía pero el hecho de verle solo en el escenario, acompañado únicamente de su voz y su piano, provocaba que un público absorto se rindiera a sus pies.


Las tres rapidísimas horas han sido un baño de de caricias. Canciones cargadas de sentimientos, unas veces amargos y otros alegres, pero ninguno indiferente. La voz envolvente, magnífica, única que Rufus tiene y ha educado, da un aire distinto a cualquier otra. Una voz atípica con matices pop, rock, cabaret o lo conocido como "barroco-pop" que sorprenderá y enamorará a todo aquel que quiera conocerlo. Lo mejor, escucharle.



Una autentica delicia.

Galoagui

Podéis ver más fotos del concierto aquí

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