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04 abril 2012


Reencuentro Mutante... después de tanto tiempo

Por Estefania G.C

¡Qué ganitas, y qué curiosidad! Una amalgama de sensaciones extrañas por descubrir, que iba a encontrarme la noche del 30 de Marzo en la Joy Eslava.

Y qué sorpresa mejor correspondida. ¡Cuánto tiempo, ¿no?! Demasiado, pero recuperado a bocados. La mitad de una buena tapa, acompañando una cañita, en uno de esos “bares de gordos” de la maravillosa Graná.

Y así se llega al concierto, pidiendo una cerveza para esperar a los Niños Mutantes. Apagando la sed de canciones para templar las cuerdas y empezar a acompañarlos cantando con ellos.


Aparecieron. A eso de las nueve y media, llegaron Juan Alberto, Nani, Andrés y Migue con su sempiterna gorra. Todos con sus camisas de cuadros, algo más apuestos que los simples leñadores, y marcando figura. Con sus vaqueros pitillo. Toda una señal de absoluta creencia en uno mismo. Para que me miren.

Llega La Puerta para comenzar. Nada mejor que una compuerta que se abre para descubrir a unos niños que ya llevan mucho camino encima. Los Mutantes se han hecho veteranos, pero no viejos, algo más sabios y más cabezotas. Introspectivos, con algo de desasosiego pero con garra, con fuerza, y más peleones y reivindicativos, si cabe, que nunca. Quince años de ensayos y carretera hacen mella en los caracteres. Y Juanito, el tuyo sigue siendo de los muy peleones. Andrés apoya con mucho ánimo, y Nani, mantiene el golpe de batería sin dejar que nadie se venga abajo ni por un momento. Migue, apoya. Sin miedo al escenario pero en segunda fila. Ya está Juan Alberto para retorcerse con su guitarra. Un Náufragos después que empieza a dar color a más de veintiuna canciones que nos deleitaron y nos hicieron cantar y bailar a través de una hora y media que se hizo corta. Pero no supo a poco. Yo quería Hundir la flota, y me dejaron con el final que quería. Hundida pero la enemiga, no la mía.

Canciones de antes, de ahora y de entretiempo.

Para los veteranos tocaron Todo puede ir mejor, de Otoño en agosto y Manual de autoayuda, de El Sol de Invierno (mi favorita). Para los medianos, cositas de Canciones para el primer día en la tierra, y un par de Todo es el momento, como No puedo más contigo y Te favorece tanto estar callada. Para los menos experimentados pero también mutantes, amplio repertorio de Las noches de Insomnio: Quiéreme como soy, Las Noches de insomnio, Errante… y una nota acústica que dejó a Juan Alberto al frente del público expectante, tras su guitarra, para cantarnos al oído, Mi Niño no quiere dormir (esperando que realmente estuviera ya durmiendo a esas horas). Y…para todos, Náufragos casi al completo: Infierno, El Miedo, Caerán los bancos (aquí todos rompimos a darlo todo sin pensar más en la canción que vendría después ), Empezar de cero, Querer sin querer, o Volverás.


Cuando empezaba a vaticinarse una despedida, premiaron con una versión, Como yo te amo. Pero la sorpresa fue cuando en el primer bis, arrancaron a homenajear a Franco Battiato. Sinceramente, bajó los ánimos de los asistentes, pero se acercaba la hora de irse a casa.

Presentar su octava entrega, ha sido una experiencia donde hemos visto que Los Niños Mutantes siguen en esa trayectoria en la que despegaron con Las Noches de Insomnio. Las canciones tristes y despechadas siguen en el lírico de esta banda, pero ahora más, las acompañan de acordes más guerreros, dejando para el recuerdo, esos soniquetes melódicos que hacían que algunas canciones se parecieran demasiado a otras. En estos dos últimos álbumes los sonidos son más roqueros y electrónicos.

Había sido una de las primeras presentaciones del nuevo disco por el grupo.


Me gustó. Disfruté. Y el resto de los asistentes, conmigo. Nos entregamos, todos. Y el resultado fue un concierto con chispa, sin magia pero…a estas alturas, ¿quién cree en los Reyes Magos? Aún así, todos esperamos recibir regalos. Como los vuestros, Niños Mutantes. A seguir en el trecho.

Espero verlos pronto de nuevo. Aunque, no se me olvida que “ Los autógrafos en los conciertos, en la playa las palas, y el té es a las cinco…” 


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