13 julio 2010
Galos en Lusitania I - Optimus 2010


Por Natxo Nieto
8 Julio, Lisboa.
Me encuentro en el Parque Nacional de Monsanto, haciendo cola para registrarme en el camping. Tengo cierta prisa porque tengo que montar la tienda, coger un bus, e intercambiar un ticket por una pulserita que me dará derecho a entrar durante tres días en el recinto del Paseo Marítimo de Algés (Lisboa). Ha empezado la veda festivalera, y este galo lo hace en Portugal, en el Optimus Alive. Hay muchos grupos que veré por primera vez en vivo.

Con la tienda recién montada suelto los trastos y monto en un autobús expresamente asignado a trasladar campistas al festival. Allí me espera la primera dificultad. Como a Indiana Jones en la Última Cruzada me aguardan tres pruebas de valor, resistencia y paciencia antes de entrar. Canjeo de entrada, registro policial, intercambio de entrada por pulserita. Por si esto fuera poco, tuve que escuchar medio concierto de Biffy Clyro desde la cola. Y con un canto en los dientes, que hubo gente que tardó dos horas y media en entrar. Este colapso propició que los grupos de primera hora tocasen prácticamente solos: Local Natives y The Drums se quedan sin crónica por falta de testigos galos.
Biffy Clyro, en el Escenario Optimus, el grande, tuvo la delicadeza de esperarme para tocar sus mejores temas. A pesar del desconocimiento general del repertorio por parte del de momento escaso público portugués Mountains y Bubbles, sí fueron coreadas. Los descamisados e hipertatuados miembros de la banda se despidieron de la audiencia con Captain, ésta ya recibida por el público con bastante más entusiasmo. En definitiva, la banda escocesa fue el primer damnificado por el desbordamiento de la organización que había colgado el cartel de no hay billetes, pero que aún así siguió manteniendo los mismos rigurosos mecanismos de acceso que el año anterior cuando la audiencia fue mucho menor.
Para pasar de un escenario a otro hay que pasar por la zona de comidas; una amplia explanada llena de mesas con banquitos, y múltiples puestos de comida rápida y bebida.
De vuelta al escenario grande, me disponía a ver al grupo local Moonspell, de los cuales no conocía nada. El público congregado empezaba a ser masivo, las camisetas negras y el dibujo de un cementerio en el telón me empezaban a dar pistas de lo que podría ofrecer este grupo portugués. Lo único que saqué en claro es que es un grupo gothic-metal, melenas al viento y cuernos al sol, con las hijas de Zapatero como coristas, pero aún no sé en qué idioma cantan. Los diversos problemas técnicos con el micrófono y la guitarra, precipitaron la decisión de abandonar, pues en el escenario pequeño iba a comenzar lo que sería uno de los mejores momentos del festival…
Escena negra, batería eléctrica, un bajo una guitarra. Y dos aspas emitiendo luz blanca desde sendos paneles contiguos. Sobriedad y minimalismo acordes con la música. Ya salen los tres protagonistas, vestidos de negro, Romy, Jaime y Oliver; XX. Tal cual nos contó Alberto en su crónica, calcaron el repertorio, y apenas tuvieron guiños hacia el público. A Romy, a veces se le delataba en la cara las ganas de salir de la pose autoimpuesta de total indiferencia. Y corriendo a ver lo que quedaba del concierto de Kasabian, en el escenario Optimus.
Concierto correcto, pero no memorable.
Si estuviese en forma y fuese invulnerable a estar de pie horas y horas, o tuviese el don de la ubicuidad, habría podido acercarme al escenario pequeño a ver a La Roux. Pero no pude, y ese no habría sido el último concierto del día. De todas formas, mis espías me confirman que no faltaron a la cita sus éxitos In for the Kill y Bulletproof, además de un homenaje a Sus Satánicas Majestades con Under my Thumb.
Pero como no me fui, presencié el comienzo de Faith No More, una versión del Midnight Cowboy interpretada a la flauta-piano por el cantante y con los miembros de la banda vestidos de traje en tonos pastel.
Esta tranquila introducción fue el único momento de calma durante la actuación. From Out Of Nowhere fue la siguiente canción, y ahí el grupo nos mostró sus verdaderas intenciones. Hacer vibrar, botar y bailar al público, intercalados con discursos incendiarios hacia cierto famoso futbolista portugués que juega en Madrid y temas varios. Se nota la veteranía de los californianos por la forma de ocupar el espacio y hacer que el monumental montaje se quedase pequeño para las carreras, visitas voluntarias al suelo, y demás travesuras de Mike Patton.
Tras un día intenso lleno de emociones que no sé si he podido reflejar me retiro a mis aposentos. Agradeciendo al publicista que se le ocurrió la idea de repartir bolsas de galletas a la salida del festival por haberme propiciado el desayuno para el día siguiente. Morfeo me acogió en sus brazos para que le contara todo lo que había visto, y me dio una colleja por no haber visto a Alice in Chains.
Fotos: http://www.monstersandcritics.com
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